lunes, 15 de agosto de 2016

Marcharse

En una pareja todo debería ser equilibrado, el amor, el compromiso, las atenciones, la disposición, la confianza, el respeto y los esfuerzos que se realizan para mantener en pie la relación, para darle sustento, para ampliar sus bases o recuperar espacios perdidos.

En muchas parejas ocurre que una sola persona es quién realiza la mayor cantidad de esfuerzos para mantener la relación en pie.

Ocurre con frecuencia que este tipo de parejas que se forman desequilibradas o se desequilibran en el camino, van cediendo ante la presión que solo soporta una de las partes, quien da de más se cansa de la falta de reciprocidad, llega por un momento a sentir que la relación solo le importa a su persona y su pareja no está remando hacia el mismo sitio.

Cuando se conciencia el desequilibrio, se abre una brecha, donde aparecen las dudas de por qué la otra persona no hace lo que esté a su alcance para mantener la relación, de si el amor es correspondido, de si el tiempo ha desgastado la relación, de si nos merecemos que alguien luche por nosotros y que demuestre que le importa mantenernos a su lado, ante estas dudas e inquietudes, el interés se va perdiendo, el amor se va congelando y apagando.

En estos casos la pareja toma dos caminos… el primero marcado por el esfuerzo de la persona hasta entonces pasiva para retribuir el amor y la atención perdida, donde se puede equilibrar la relación y el segundo dado por un alejamiento ante la falta de respuesta.

Normalmente la persona que lo ha dado todo, que siente que ha amado y a cuidado más la relación, tendrá su consciencia tranquila por haber agotado lo que estaba a su alcance para que la relación se mantuviese en pie y fuese en principio satisfactoria para ambos…

Le costará menos aceptar que no puede cambiar la realidad, que una relación es de dos y podrá marcharse, dejando atrás todas las fuerzas invertidas en algo que aparentemente solo le importaba a ella. A diferencia de la otra persona que muchas veces le toca cargar con el remordimiento de haber perdido alguien preciado y no haber luchado para mantener el vinculo.

En definitiva quien hace todo para que la relación funcione, puede marcharse sin remordimientos.

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