martes, 18 de octubre de 2016

El clavo

Un día un padre le dio a su hijo un saco con clavos y una madera.
Le dijo: Cada vez que no puedas controlar tu ira clava un clavo en esta madera.
El primer día decenas de clavos se aparecieron en la madera, al segundo día hubo otros tantos, al tercer día había menos y así sucesivamente.
El joven comprendió que era más fácil controlar su ira que clavar los clavos.
Un día le dijo a su padre: Papa hoy no he clavado ningún clavo.
Perfecto le dijo su padre, ahora cada vez que logres controlar tu ira quita un clavo de la madera.
Así pasaron los días hasta que el chico quito el último clavo, y se lo llevo a su padre orgulloso.
Su padre le felicito y le dijo: Perfecto pero ¿como ha quedado la madera?. Lastimar a alguien es como clavar un clavo, cuando le pedimos disculpas es como sacar el clavo de la madera, pero en el alma de la persona al igual que en el de la madera queda un herida, así que recuerda, antes de lastimar a alguien piensa que nunca más podrás repararlo y su alma siempre estará herida.

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