jueves, 22 de septiembre de 2016

Madurar


A medida que va transcurriendo el tiempo, vamos forjando una nueva escala de prioridades, vamos entendiendo muchas cosas y nos damos cuenta de que aquello por lo cual tanto nos preocupamos o tanto sufrimos, sencillamente no requería tal desgaste energético de nuestra parte

Así tomamos un nuevo sentido de vida, donde valoramos los detalles, donde perdonamos más rápido y sonreímos con más facilidad.

Lamentablemente la experiencia es la manera más efectiva de aprendizaje ya que lo que leemos, lo que escuchamos o lo que vemos, no es suficiente. Sólo nuestra propia vivencia es capaz de darnos la enseñanza que necesitamos.

Debemos intentar prestarle mayor atención al presente y disfrutar más de cada momento.

Si tratamos de prestar mayor atención a nuestra vida, a cómo la vivimos, a qué pensamientos ocupan nuestra mente, probablemente los espacios de disfrute, de vivir cada momento, se haran cada vez más significativos, y así evitaremos ahogarnos en culpas o dolores del pasado, esperar sin ansias el futuro y ocuparnos de apreciar lo que vivimos momento a momento, en el único instante sobre el cual tenemos control, en el presente.

Ya que madurar es perder las ganas de llorar por tonterías y ganarlas de reír por tonterías




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